Es el mismo impulso pictórico, pero en una nueva superficie. Trabajo con la sensibilidad del trazo clásico adaptada al lenguaje digital, donde el error también tiene valor y la materia se vuelve luz. No busco imitar la técnica física, sino explorar lo que el entorno digital permite decir distinto. En cada obra, el alma sigue siendo la misma: la herramienta solo cambia el ritmo.