Esta obra es un retrato fragmentado, pero no por ello incompleto. El ojo retratado pertenece a una persona mayor, alguien sin patrimonio, sin posesiones materiales visibles, pero con una historia contenida en cada arruga. Pintada en acuarela sobre cartulina Canson, en formato A4, la obra parte de una inspiración impresionista: el gesto, el trazo suelto y la atmósfera tienen más peso que la precisión anatómica. Cada línea está cargada de intención, y cada mancha deja espacio a la interpretación emocional. El blanco del papel no es vacío: es silencio, es lo no dicho. Lo esencial está en lo que se sostiene con la mirada, en esa expresión que refleja desgaste, dignidad, y una vida habitada por lo invisible. Sin objetos que definan estatus o pertenencia, este retrato da protagonismo a lo humano: al tiempo vivido, al cuerpo que ha resistido. Es pintura como memoria, como declaración de existencia silenciosa. Una imagen mínima que dice mucho más de lo que muestra.

8.27 × 11.69 in  -  21 x 29,7 cm

Acuarela / Canson
2019