Retrato amigo
Basada en una pincelada expresionista, esta obra nace de un encargo que se convirtió en afirmación pictórica. El retratado no es simplemente un perro, sino una figura con presencia, dignidad y nobleza. Su postura es estática, pero el gesto contenido en la mirada y el peso visual sobre el mobiliario lo elevan a icono doméstico. La pincelada se aleja del detalle fotográfico para construir volumen desde la emoción, permitiendo que cada trazo contribuya a una narrativa más allá de lo literal. Aunque hay bases de realismo, el acabado prioriza la energía pictórica, donde la textura y el contraste definen la forma. El fondo neutro amplifica su silueta, aislándola como figura central. El collar con su nombre, “Gordo”, se convierte en un signo afectivo y simbólico, suspendido entre lo anecdótico y lo humano. Este retrato no busca idealizar al animal, sino rendir homenaje a su existencia, a su carácter, a su ser. Es la materialización visual de un vínculo silencioso, pero profundo. Así, el encargo se transforma en obra: una pieza que no solo representa un rostro animal, sino que afirma, con respeto y técnica, el lugar que ese rostro ocupa en la memoria emocional de quienes lo conocieron.
Óleo / Tablero de fibra
2019